Es viernes por la tarde, y vienes de la secu con la neta en el culo: le diste una chinga épica al pinche Kevin en los tazos, te echaste sus tazos de Dragon Ball como si fueras el mero mero del recreo, cabrón, el puto amo del tianguis escolar.

Luego, te aventaste una cascarita con los compas en el patio, sudando como marrano en taquería, dando pases más cabrones que Cuauhtémoc Blanco en la final del 98

Después, te lanzas al puesto de la esquina, con el taquero mirándote como nahual pa’ que no te chives el limón, y te chingaste unos tacos al pastor tan chidos que picaban más que la chingada, con su cebollita, cilantro, y salsa que te hacía gritar “¡Chinga tu madre, qué rico!”

Ya en tu cantón, te avientas al sillón más chafa de la casa, como si fuera el trono de Coatlicue, prendes el Nintendo 64, y te pones a jugar Super Mario 64 como si fueras el puto dios del gaming, saltando por los mundos, cazando estrellas como si fueran corazones pa’l altar, y gritándole “¡Chinga tu madre, Bowser, te voy a dar en la madre” cada vez que te da una putiza

Luego, te pones bien cómodo con un Boing de mango, porque eres morrillo y la chela aún no te toca, y te clavas Los Simpsons en el Canal 5, alucinando como pendejo con las mamadas de Homero, cagándote de risa como si te hubieran dado un toque de peyote.

Cambias el canal y te echas Ranma ½, alucinando con ese vato chido que se vuelve morra con agua fría, pensando “¡No mames, qué locochón, quisiera echarme un revolcón con Ranma en las dos formas!” Y pa’l remate, te avientas Dragon Ball Z, gritando “¡Kamehameha, cabrón!” mientras Goku le mete una chinga a Freezer como si fuera pleito en el tianguis de Tepito

No mames, morro, en ese momento no lo sabías, pero la vida era más chida que un pozolito en Día de Muertos, con calaverita de azúcar, tacos al pastor, y un tazo de Vegeta en la bolsa