Hermano, entiende algo de una vez:
En un mundo diseñado por mujeres, el “chico malo” siempre lleva la ventaja sobre el “buen tipo”.

Y no hablamos de ser un delincuente, un vago o un autodestructivo. No.
Ser “chico malo” es otra cosa:

Es ser un hombre con estándares firmes, con voluntad propia, con un carácter dominante que no se deja moldear.

Es ser maduro, responsable y al mismo tiempo impredecible. Un hombre que no pide permiso para ser quien es.

Es tener propósito y una vida tan llena que ninguna m.ujer puede manipularte para que la pongas en el centro de tu universo.

Los “chicos malos” no pedestalizan. No andan mendigando atención. No tienen miedo de ofender ni de poner límites. Y esa dureza, esa confianza, esa energía masculina… es lo que las hace sentirse atraídas de manera visceral.

El buenito —el b3ta, el migajer0, el que se arrastra— entrega su tiempo, su dinero y su paz a cambio de nada. Su recompensa es ser explotado, usado y luego desechado. Solo sirve de puente para que después llegue un hombre real y disfrute de lo que él construyó.

Mira la diferencia:

El chico malo pone su propósito primero.
Vive ocupado, creando, entrenando, creciendo.
No persigue, atrae.
No compra amor, lo provoca.

Y cuando está en el dormitorio, tampoco falla: sabe s3duc+r con presencia, mirada y carisma.

Mientras tanto, el buenito sueña con ser elegido… y termina último.
Porque en el mundo de las m.ujeres, el premio no es para el que más da, sino para el que más se respeta.

No seas el tipo que alimenta caballos para que otros monten.
No seas el que compra regalos para que otro los disfrute.
No seas el que construye castillos para que otro reine.

Elige ser el hombre que va primero, no el que siempre queda último.