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México es como el pinche imán más chingón de América Latina: atrae a un chorro de raza de todo el mundo, incluidos los hindúes y sudamericanos, porque es un país donde la neta se vive sabroso, aunque a veces te caiga un madrazo económico o social.
Los hindúes y sudamericanos no vienen nomás porque sí; hay razones cabronas que los jalan pa’cá, y cuando llegan, se topan con una cultura tan chida y loca que terminan echando raíces como si fueran nopales en el desierto.
México es un centro cabrón pa’los negocios internacionales, y los hindúes, que son bien chidos pa’las transas, lo saben. Empresas como TATA Consulting y ISPAT Mexicana (del magnate Lakshmi Mittal) han metido un chorro de lana en México, con inversiones de 1.58 mil millones de dólares entre 1994 y 2000.
Los hindúes llegan como empresarios, ingenieros o académicos, muchos trabajando en multinacionales o dando clases en lugares como el Tec de Monterrey. Es como si un compa de la India dice: “En México hay chance de hacerme rico, y de paso me echo unos tacos al pastor.”
México no es tan culero con los inmigrantes como otros países.
Aunque hubo un tiempo en 1923 donde prohibieron la entrada de hindúes (y otros asiáticos) por puro racismo pendejo, desde 1947 eso se acabó con una ley que dijo “nada de discriminar, cabrones.” Hoy, los hindúes pueden llegar, rentar un depa, y empezar a jalar sin tanto pedo. Muchos se van a ciudades grandes como CDMX o Guadalajara.
Pa’muchos sudacas, sus países están en el hoyo.
En Venezuela, la economía es un pinche desastre con hiperinflación y falta de comida; en Colombia, la violencia y el desempleo joden; y en Argentina, la inflación del 39.4% en 2025 sigue siendo una patada en los huevos.
México, con su economía más estable y un PIB que creció un 5.5% en 2025, es como el primo chido que te presta su casa pa’que te quedes. Muchos sudacas jodidos vienen buscando jale o mejor calidad de vida.